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Siempre hemos sido distintas formas de amar

Siempre hemos sido distintas formas de amar

Todos mis amores, mi amor

Puede que lo único que sepamos hacer sea amar; que lo único que nos movilice sea el hecho de amar. Poco, mucho o nada. A las personas, a las acciones. Puede que sepamos amar solo por el amor que nos contagiaron las personas y las acciones que hoy sabemos amar. Incluso las que nos odiaron, incluso las que odiamos. Incluso lo que nos hizo odiar, incluso lo que odiamos.

Convengamos que odiar es amar en negativo; muchísimo menos que poco, mucho menos que nada.

Ahora somos el cociente de un sinfín de amores exitosos y perversos que nos enseñaron a amar. Poco, mucho, nada o en negativo. Parejas, amigos, familia; compañeros de trabajo, compañeros de estudio; conocidos, desconocidos y demás. Gente efímera, gente eterna, gente temporal.

Casi caigo en la sencillez de llamar amores a las parejas, etiquetas que solemos vincular. Sería cinismo no reconocer que, sin embargo, muchas veces lo veo así, casi como si el sexo fuese la única expresión física de amar. Cuesta ignorar -incluso a la fuerza- que los otros tipos de amores también arañan y cicatrizan nuestra piel.

Puede que por la amplitud térmica del amor de pareja es que le damos más prioridad: una montaña rusa desciende de golpe y con un cachetazo te hace pasar del calor de amar al frío de no amar. Está en nuestra naturaleza macabra recordar segundo al bien y primero al mal. Y con mis amores amé mucho, amé poco y me equivoqué al amar.

Puede que haya errado en amar demasiado a supuestos amores de mi vida que terminaron dándome parálisis de miedo de volver a fallar.

Puede que haya amado mucho por prejuicio a personas que en realidad ni siquiera pude intentar amar.

Puede que haya amado poco a cada amante en las que caía porque a otro amor no sabía amar. Puede que haya amado nada a quién por desespero de la soledad nunca quise amar.

Puede que haya amado en negativo a amores que no merecía y por culpa mía hoy también tiemblan como yo ante la idea de volver a fallar.

Ahora somos no más que meras reacciones de amores pasados y nuestro fiel reflejo está en el cálido o fresco amor que podemos dar. Y vamos a volver a amar; poco, mucho, nada, en negativo, bien y mal. Y vamos a volver a fallar, a enseñar, a lastimar. Vamos a aprender nuevas concepciones sobre el amor y las vamos a reciclar.

Ahora que el tiempo no es más que un reloj de arena que se desangra por heridas que en loop saben abrirse y cerrar, puede que ahora solo seamos amor; puede que finalmente lo único que siempre hayamos sido sean distintas formas de amar.

Autor: Lucas Barreña