Aprendiendo a ver nuestras propias resistencias…
–¡Hagamos un conjuro! – propuso la Hechicera–.
¡Preparémoslo esta noche, que hay Luna Llena!
–Yo pediré amor – aplaudió la Amante que anhelaba desde hacía años pareja.
–Yo abundancia –suspiró la incansable Guerrera.
–Yo pediré que se expanda mi obra– añadió con ilusión la Artista Creadora, agotada de sentir que caminaba su vida como si se hundiera sobre cemento fresco.
La Sabia hechicera las miró a todas con dulzura.
Ella conocía bien el terror de la Amante a la intimidad sexual, dadas sus heridas del pasado y que no amaba verdaderamente su ser y su cuerpo.
El subconsciente de la Amante sabía que, encontrando pareja, se vería cara a cara con el problema.
La Sabia hechicera también podía ver la falta de paz interna de la Guerrera, empecinada en enfocarse en lo que le faltaba en vez de ver la bendita abundancia que su vida demostraba en muchas otras maneras. Siempre trabajando, siempre actuando… enfocada en salir de la carencia.
La Sabia a menudo hablaba con la Artista creadora de su baja autoestima y del origen de todo aquello en su infancia: el no creerse suficiente, el no permitirse brillar y ser conocida. Todo su ser la protegía de su miedo a ser vista atrayendo y creando un “camino de cemento fresco” bajo sus pies.
Mirándolas a todas, la Sabia hechicera dijo dulcemente:
–Yo le pediré al espejo de la Luna Llena que podamos ver lo que en realidad nos aleja de nuestros deseos: «nuestras propias Resistencias».
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~ Myriam Aram ~