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Las llamadas «ovejas negras» de la familia son, en realidad, cazadores natos de caminos de liberación para el árbol genealógico.
Los miembros de un árbol que no se adaptan a las normas o tradiciones del sistema familiar, aquellos que desde pequeños buscaban constantemente revolucionar las creencias, yendo en contra de los caminos marcados por las tradiciones familiares, aquellos criticados, juzgados e incluso rechazados, estos, generalmente son los llamados a liberar el árbol de historias repetitivas que frustraban a generaciones enteras.
Las «ovejas negras», las que no se adaptan, las que gritan rebeldía, cumplen un papel básico dentro de cada sistema familiar, reparan, atrapan y crean lo nuevo y desabrochando ramas en el árbol genealógico.
Gracias a estos miembros, nuestros árboles renuevan sus raíces. Su rebeldía es tierra fértil, su locura es agua que nutre, su terquedad es nuevo aire, su pasión es fuego que vuelve a encender el corazón de los antepasados.
Incontables deseos reprimidos, sueños no realizados, talentos frustrados de nuestros antepasados se manifiestan en la rebeldía de esas ovejas negras buscando realizarse. El árbol genealógico, por inercia, querrá seguir manteniendo el curso castrador y tóxico de su tronco, lo que hace la tarea de nuestras ovejas un trabajo difícil y conflictivo.
Sin embargo, ¿quién traería nuevas flores a nuestro árbol si no fuera por ellas? ¿Quién creará nuevas ramas? Sin ellas, los sueños no realizados de aquellos que sostienen el árbol generaciones atrás, morir enterrados bajo sus propias raíces.
Que nadie te haga dudar, cuida de tu «rareza» como la flor más preciosa de tu árbol. Tú eres el sueño de todos tus antepasados.
Bert Hellinger