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Viva el Gran Espíritu

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Viva el Gran Espíritu

«Mi abuelo es el fuego,
Mi abuela es el viento,
La tierra es mi madre,
El Gran Espíritu es mi padre.

El mundo se detuvo en mi nacimiento,
y se presentará a mis pies,
Y voy a moverme por toda la Tierra
cuando yo muera,
la tierra y yo vamos hacer uno.

¡Viva el Gran Espíritu!, mi padre,
sin el que nada pudiera existir,
porque no habría voluntad de vivir.

¡Viva la Tierra!, mi madre,
sin la cual ningún alimento pudiera ser cultivado
y así hacer que la voluntad de vivir,
pueda existir.

¡Viva el Viento!, mi abuela,
pues ella trae amor, la lluvia vivificante que nutre nuestros cultivos.

¡Viva el Fuego!, mi abuelo,
la luz, el calor, la comodidad que aporta, quien nos reconforta.

Gracias elementos, mis padres y abuelos, sin los cuales nada ni nadie pudiera existir.

La vida da vida,
lo que da a sí mismo,
la promesa de una nueva vida.

Viva el Gran Espíritu, la tierra, el viento, el fuego..
Alabemos a mis padres en voz alta
porque son tus padres, también.

Oh, Gran Espíritu, dador de la vida
por favor, acepte este humilde ofrenda, esta ofrenda de alabanza,
esta reverencia sincera de mi amor por ti.»


EL GRAN ESPIRITU

El Gran Espíritu, también conocido como Wakan-Tanka entre los Sioux, Tam-Apo para los Shoshone, para los Chickasaw llamado Ababinili, entre los Ojibwe «Gitchi Manitou», para los Blackfoot «Apistotoke», para la tribu Huron «Ha-Wen-Neyu» y  para los Cheyenne «Maheo», entre muchas otras culturas de Nativo Americanos y de las Primeras Naciones en America del Norte, es el Creador, el Ser Supremo, la mismísima concepción de la fuerza Espiritual Universal, el Dios de las creencias occidentales.

EL GRAN MISTERIO

Para los Nativos Americanos, quienes se caracterizaron por una relación íntima con la naturaleza, la adoración del «gran misterio» fue silenciosa, solitaria, libre de todo egoísmo. Se hacia en silencio, porque todo discurso era innecesario, débil e imperfecto; » las almas de mis antepasados ​​ascendieron a Dios en adoración sin palabras» -solían decir. Era solitario, porque creían que Él estaba más cerca de ellos en soledad, y no había «sacerdotes autorizados» para interponerse entre un hombre y su Hacedor. Nadie puede exhortar, confesar o interferir con la experiencia religiosa de otro.

Para nosotros, todos los hombres fueron creados hijos de Dios y nos mantuvimos firmes, conscientes de nuestra divinidad. Nuestra fe no puede ser formulada en credos, ni forzada sobre cualquiera que no esté dispuesto a recibirla; por lo tanto, entre nosotros NO había predicadores, ni persecución, tampoco hubo burlas hacia las creencias de los otros o ateos

El Gran Espíritu fue percibido como el poder divino que creó el mundo. Las creencias y prácticas religiosas de las tribus indígenas nativas incluían el chamanismo, el animismo, los totems  y sus rituales (como la danza del sol) y ceremonias dirigidas por un Chamán, centrado en la caza y los animales.

El credo o doctrina de estos sistemas de creencias sostenía que los espíritus inteligentes habitaban todos los objetos naturales y cada objeto estaba controlado por su propio espíritu independiente. Los espíritus habitan el cielo, las estrellas, el sol, la luna, los ríos, los lagos, las montañas, los bosques, los animales, los insectos, los peces, las piedras, las flores y los pájaros. Algunos espíritus son buenos y ayudan a los hombres que los complacen, mientras que otros espíritus son malos y pueden causar estragos en las personas y en las tribus. Los animales, refiriéndonos en particular a los  Animales de Poder, son señalados como poderosas manifestaciones de lo sobrenatural, incluidos los que se ven en los sueños o en las Búsquedas de Visión. Los espíritus menores habitaban piedras y plantas y eran vistos como «ayudantes espirituales».


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