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El Olvidado Arte de lavar los pies
El ser humano a consecuencia de no estar conectado a su esencia, tiende a perder y olvidar la facultad de amar, y de no dar vida al amor puro y a la compasión infinita, vive en un mundo de ilusión, de dolor y el sufrimiento.
Las enfermedades, que muchas veces son percibidas como desgracias, pueden aportarnos la oportunidad de reconectarnos con nosotros mismos e inducirnos a descubrir el ser que yace en nuestro interior. Una de las técnicas ancestrales que existen a nuestra disposición es el olvidado arte de lavar los pies.
Acariciar, masajear y lavar los pies, un olvidado y noble arte milenario para ponerlo en manos de todo aquel que sufre.
Nuestros pies son reflejo y expresión sincera de todo lo que somos y vivimos. Contienen los registros y la información de experiencias que fueron causa de dolor y sufrimiento, así como el origen de los patrones de nuestro comportamiento. En nuestros pies se encuentra el reflejo de todos nuestros órganos y de todos nuestros chakras.
Este arte consiste en sutiles caricias de amor sobre nuestros pies. Sin ninguna intención, solo en actitud de atención y quietud, ofreciendo nuestros respeto y comprensión. Agua caliente, sal y aceites esenciales junto con mucho amor son los ingredientes de esta técnica que puede hacer desaparecer dolencias, malestares muy molestos y activar centros latentes o dormidos.
Cuando practicamos este arte sagrado se accede a la memoria y a los registros consiguiendo movilizarlos para traerlos al presente. De esta manera tenemos la oportunidad de establecer un nuevo y correcto aprendizaje y lectura de las experiencias traumáticas que nos generan sufrimiento. Así mismo desbloquea y abre la puerta hacia nuestro auto conocimiento, amor y aceptación de nosotros mismos.
Pero este arte sagrado te lleva mucho más allá: al despertar del poder del amor y a la fuerza de la vida. De esta manera solo nos queda dar una oportunidad a la experiencia y a este olvidado arte de lavar los pies.
Se dice que esta joya maravillosa proviene del cielo y que las estrellas con toda su generosidad la enviaron al centro de la Tierra, donde se multiplicó en semillas que se extendieron por todo el planeta, yendo parar a manos de personas nobles, decentes y de guante blanco entre las que se encontraron diferentes sabios, magos, maestros…
Según la historia, el primer lugar donde se practicó e investigó seriamente con ella fue en el lejano Oriente, concretamente en China. Fue trabajada por diferentes sabios y médicos de la medicina holística, y se rumora que ocurrió durante la época dorada del hombre celeste.
En India también hay un gran culto y reverencia hacia los pies del maestro o las divinidades; aunque todo ello se quedó en un ritual perdiéndose así el brillo y la esencia que esta joya traía. En Siberia también se dice que cuando llegaban los invitados a las casas, se les recibía lavándoles los pies, como símbolo de hermandad y bienvenida y también para un buen descanso. En la medicina griega también se trabajaban los pies, lavándolos en agua y añadiéndole esencias de colores dependiendo del caso a tratar…
En América los sabios toltecas decían que el ser humano es una esfera o cuerpo de luz que según va creciendo y materializando sus pensamientos (creando una mente rígida), este haz de luz desaparece permaneciendo únicamente en los pies. A través de ellos se puede hacer un trabajo de reconexión. Los egipcios en sus pirámides trabajaban a los iniciados; entre ellos está la cultura esenia, extendida por todo el mundo.
Los hopis y otros pueblos indios también mantuvieron diferentes enseñanzas sobre los pies, pero siempre refiriéndose a los mismo, al Alma, a la conexión del hombre y la Tierra. Más tarde, los cristianos cotos, los israelitas, los árabes, los monjes…e incluso en la edad media, el rey Luis de Francia lavaba los pies a sus súbditos como símbolo de hermandad, de servicio y entrega…